domingo, 20 de septiembre de 2009

¿Cuales son las consecuencias anímicas de negarse a envejecer?
Una de las formas en que los seres humanos niegan el propio envejecimiento es atribuir la vejez a los otros. Esto significa que quienes actúan así no pueden ponerse en la piel del viejo que van a ser. En la medida en que este proceso de aceptación no se pueda hacer, en algún momento –distinto según cada cual- al individuo se le van a presentar consumadas las limitaciones que en ciertos aspectos trae el envejecimiento (...) Por eso, la vejez los va a sorprender sin los reflejos necesarios para enfrentar las necesidades de ese momento. Mucha gente se encuentra con que tiene que hacer de repente duelos masivos que hubieran requerido una actitud mas serena y un proceso pautado y tranquilo. La negación puede llevar a un enfentamiento con la realidad que provoque procesos depresivos. No es lo mismo ir haciendo duelos parciales a lo largo de la vida por cosas que se pierden o cambian, que pensar que se es Superman y de golpe asumirse que somos un Clark Kent cualquiera.


Leopoldo Salvarezza.
(Entrevista publicada en la revista VIVA del diario Clarin el 16/05/04.)


Cada sociedad, cada época, cada organización económica produce un tipo de ancianos y es responsable del papel y de la imagen de sus viejos, pero también es a partir de ella que los juzga. Produce un ideal al tiempo que segrega y rechaza aspectos que no pueden asimilarse a ese ideal, se generan entonces los aspectos denigratorios en relación con esa imagen.
“Si los viejos manifiestan los mismos deseos, los mismos sentimientos, las mismas reivindicaciones que los jóvenes, causan escándalo; en ellos el amor, los celos, resultan odiosos o ridículos, la sexualidad repugnante, la violencia irrisoria. Deben dar ejemplo de todas las virtudes. Ante todo se les exige serenidad: se afirma que la poseen, lo cual autoriza a desinteresarse por su desventura... De todas formas la imagen sublimada que se propone de ellos es la del sabio de pelo blanco aureolado que domina desde muy arriba la condición humana. Si se caen de ella, llegan a la imagen que se opone, la del viejo loco que chochea.




(La vejez, Simone de Beauvoir)

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