viernes, 25 de septiembre de 2009

La pérdida de memoria en la vejez


Hablar de la vejez no es lo mismo que hablar del envejecimiento, el cual es un proceso natural de cambio. La vejez es una etapa marcada por la cultura en que vivimos, y la nuestra le da un tinte peyorativo al asociarla con la pérdida de juventud, de belleza, de la ocupación, en suma todo lo que es valorado socialmente.
Uno envejece como ha vivido, por lo tanto cada persona tendrá un estilo único. No hay pautas predeterminadas que indiquen un camino de declive similar para todos, porque el paso de los años es sólo un determinante más en la forma en que vamos a vivir esta nueva etapa.
Una de las consecuencias que se creen inevitables, es la pérdida de la memoria, y esto se ve como precursor de enfermedades que perjudican la autonomía de la persona. Sin embargo, los especialistas están de acuerdo en que algunas funciones se reducen con la edad, pero otras se mantienen si continúan siendo estimuladas y aún mejoran con la experiencia, como la capacidad de tomar decisiones y realizar una tarea específica. Todos sabemos que los recuerdos antiguos se conservan con gran claridad, mientras que aprender cosas nuevas se torna más difícil, aunque no imposible. Como lo demuestran los profesionales o artistas que se mantienen en actividad, ejercitar las capacidades diversas de nuestra mente las conserva, pero la rutina de la vida diaria nos lleva a sumirnos en tareas repetitivas y poco exigentes que no ayudan a mantenernos activos.
¿Cómo mejorar la memoria? Un primer paso es conocer sin prejuicios, cómo funciona nuestra mente, que es una suma de procesos, y aceptar las limitaciones propias de todo ser humano, sin caer en el pesimismo o la excusa de no hacer nada. También hay que saber que la ansiedad, la falta de atención y de interés, son causas de que no recordemos ciertas cosas.
Si era nuestro hábito, la lectura es fundamental para ejercitar la concentración, los sentidos y afectos. Otros ejercicios útiles son los crucigramas y juegos de enigmas, memorizar la lista de compras y contrastarla con una lista escrita, tratar de recordar la ubicación de un lugar que hace mucho no visitamos, o fijarse tareas a realizar en cierto momento futuro. Las agendas, notas, calendarios en la pared, asociar palabras y agrupar tareas por lugares de la casa, pueden considerarse estrategias de apoyo.
Las preocupaciones inciden sobre nuestro cuerpo, mente y sobre la relación con nuestro entorno inmediato, creando un ambiente plagado de malestar. Por último, mantener una red de amistades e iniciar nuevas actividades, es esencial para quien desea cuidar su salud mientras envejece.

Lic. psic. Paula Dodera

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